domingo, 31 de diciembre de 2017

Análisis - Spore (PC)

La creatividad, esa poderosa herramienta que nos permite, como jugadores, adaptar a los entes bajo nuestro control para hacer de la experiencia una más acorde a nuestros gustos, resulta ser también el sustento principal de una de las obras menos reconocidas de Maxis. Como ya sabréis, este talentoso estudio secundario de Electronic Arts, famoso por las sagas SimCity y Los Sims, fue cerrado por la misma un tiempo después de la salida de Los Sims 4 (sí, EA siendo la responsable del cierre de una compañía, qué raro, ¿verdad?), no sin antes dejarnos, hace nueve años, un pequeño pedacito de pura genialidad que, desgraciadamente, pasó bastante desapercibido y no logró crear un legado a la altura de las franquicias con las que compartía sangre. Un título extraño a la par que sorprendente, lo suficientemente original como para no saber explicar con total certeza a qué género pertenece. Hablamos, cómo no, de...



¿Crear criaturas a mi antojo? ¿Es tan increíble como suena?

Lo cierto es que no... ¡Lo es incluso más! Sólo hay que dejar la premisa en manos de Maxis, y sobretodo en las de nuestro querido Will Wright (padre de las exitosas marcas antes mencionadas), para hacer que Spore se convierta en algo inimitable. Y, francamente, espero que el concepto de "inimitable" se aplique a todos sus ámbitos y no se vuelva a repetir la genial idea que Electronic Arts tuvo al poner a la venta el juego en formato físico con un sistema para prevenir su uso excesivo y reventa, consistente en no poder instalar un disco más de cinco veces o en más de tres equipos distintos. A esto, hay que añadir que la primera vez que se juega es absolutamente obligatoria la conexión a internet. Esto no debería suponer un problema, más aún teniendo en cuenta que se puede poseer en la plataforma Origin, pero el juego parece tener serias dificultades a la hora de detectar contraseñas que utilicen símbolos, y muchos usuarios siguen experimentando errores de conexión a día de hoy. Es decir, o te lo montas muy bien para poder conectarte, como mínimo, una vez, o no te será posible acceder a todo lo que esta gigantesca galaxia puede ofrecerte. Y luego se preguntarán por qué lo piratearon a cascoporro...

Dicho esto, si, como yo, te cuentas entre el afortunado público que logró adentrarse en el vasto universo de Spore, seguro que lo que viviste con este juego no lo volviste siquiera a ver en otro. No es un juego especialmente cautivador, no tiene un gran argumento, su jugabilidad es más bien justita y sus gráficos tampoco son gran cosa. Pero sí que cuenta con lo que todo "simulador de dios" necesita para ser memorable: componente creativo. Spore es el juego ideal para los adictos a los menús de edición, las posibilidades infinitas y los objetivos superables de diversas maneras. 

Por lo pronto, los gráficos no impactan demasiado, la verdad... Sí que es cierto que, dada la mecánica principal de todo el juego, no se le puede exigir una calidad gráfica de un Crysis, pero aun así, podrían haberse currado muchísimo más la resolución de las texturas y esos desbarajustes de distancia que se manifiestan constantemente. Ah, y si tienes la sensación de que hay problemas de rendimiento, no, no es cosa de tu ordenador... Es que, al parecer, les pareció buena idea capar los cuadros por segundo a treinta. ¿Puede alguien explicarme por qué se hace esto en un título para PC? Es cierto que, añadiendo un par de líneas muy breves a dos archivos de datos, se puede suprimir este bloqueo, pero lo ideal sería no tener que tocar ni un solo fichero con el propósito de que el producto rinda correctamente. ¿Se me oye bien desde aquí, Dark Souls?

Bueno, vamos a lo interesante, ¿no? Spore te permite dar rienda
suelta a tu imaginación como muy pocos juegos han conseguido.

El tema central de Spore es la evolución. Comenzamos con la vista de una bonita galaxia y se nos da a elegir entre unos pocos planetas para iniciar una nueva partida. Lo que empieza siendo el nacimiento de la vida y el crecimiento de células acaba convirtiéndose en una carrera espacial para ser todo un referente a escala galáctica.

Puesto que atravesamos diferentes etapas evolutivas junto a la criatura que vamos desarrollando, es lógico que en cada una se nos brinden un número decente de opciones de edición. Durante el estadio de célula, éstas serán bastante limitadas (por motivos obvios, tu especie acaba de nacer), así como el control, sostenido por unas normas a lo Pac-Man, es decir, comer todo lo que encuentres, evitar a los enemigos que pueden contra ti y plantar cara a aquellos frente a los cuales tienes posibilidades. Tu célula puede ser carnívora, herbívora u omnívora, y sus habilidades en las siguientes etapas evolutivas cambiarán en función de la dieta que siga o las interacciones sociales que realice (y el número de las mismas, claro está). Puedes hacer que una criatura carnívora sea sociable, pero necesita carne para vivir y eso puede orientarla a la clasificación de depredador en su línea del tiempo, por lo que lo más probable es que termine en el punto medio: adaptable. ¡La clave está en experimentar!

No se trata sólo de crear y controlar a una sola criatura. ¡Tienes
a toda una manada de sus semejantes en constante desarrollo!

La fase celular no es más que una breve introducción a todo un universo de posibilidades que comienza a expandirse poco a poco durante el estadio de criatura, donde la jugabilidad se asemeja más a la de un RPG de acción. Controlarás directamente a un miembro de la manada, podrás reclutar a otros para que te echen una mano tanto en las interacciones sociales con otros seres como en la cacería con el fin de alimentarse o extinguir a otra especie. Las decisiones que tomes aquí afectarán a las razas que hallarás en futuros estadios y a las habilidades de las que dispondrás.

Seguidamente, se encuentra el estadio tribal. Aquí, el control se aleja un poco del rol visto anteriormente mientras simultáneamente se acerca al RTS. Tus criaturas ya han formado una tribu y tu deber será equiparlos para mejorar sus habilidades sociales, bélicas o de recolección, en función de lo que necesites. La ventaja de formar una alianza con una tribu es que te hará regalos periódicamente y podrá ayudarte en una guerra contra otra. Si borras del mapa a una tribu enemiga, podrás utilizar su antiguo territorio para curar a tus unidades.

Ya cercanos a los últimos compases de la aventura, se despliega el atractivo estadio de civilización. La pequeña aldea que poseías hasta aquel entonces se ha convertido en una ciudadela fortificada. Tu deber es generar ingresos al tiempo que mantienes contenta a la población, y esto se consigue posicionando correctamente las casas, fábricas y centros de ocio que tú mismo puedes diseñar. Asimismo, cada ciudad seguirá un modelo económico, religioso o militar, y la primera que poseas dependerá de tus acciones en anteriores estadios. Así, las ciudades económicas adquieren otras por medio de generosos pagos, las religiosas "conquistan" a las contrarias sin derramamiento de sangre y las militares toman lo que quieren por la fuerza sin preocuparse por los daños colaterales. 

También querrás tener un bonito ayuntamiento que represente
a tu nación. ¡Cúrratelo y llegarás a erigir auténticas maravillas!

Queda hablar, por último lugar, del estadio espacial. Sin duda alguna, ésta es la etapa del juego más larga y completa, pues dejamos nuestro planeta natal como piloto de una nave (creada por nosotros, obviamente) en busca de razas alienígenas y nuevos planetas que habitar. Las opciones son muy diversas: podemos tomar planetas con nuestro poderoso arsenal, comprarlos tras completar una ruta comercial con ellos... También es importante para nuestro bolsillo buscar especias de distintos colores en otros sistemas y venderlos a aquellos que mejor nos paguen. La búsqueda no se limita a este recurso, sino que saldremos a explorar a menudo y, seguramente, nos llevemos más de un tesoro a casa que, además de poder venderse bien, quedará registrado en nuestra enciclopedia. Y más divertido aún: algunas herramientas nos permitirán transformar planetas, desde cosas sencillitas como cambiar el color del agua o la tierra, hasta regular la temperatura y la densidad de la atmósfera con el fin de estabilizar su ecosistema y hacerlo habitable.

Lo primero que notaremos (aunque no le damos especial importancia) es que, aunque cada estadio ofrece una forma diferente de controlar a nuestras unidades, la jugabilidad se ve siempre bastante limitada. Cuentas solo con ocho posibles habilidades para el estadio de criatura (cuatro sociales y cuatro de combate), las ubicaciones de los edificios en los estadios tribal y de civilización son muy concretas y el número de éstos es escaso, y las misiones del estadio espacial pueden llegar a ser algo repetitivas. No son cosas que se puedan echar en cara así de golpe porque la variedad que ofrece Spore es indiscutible y no vamos a exigirle que esté pulido en absolutamente todo, pero resulta molesto el hecho de que se han eliminado estadios en el producto final que habrían sido muy interesantes de ver. Había un estadio molecular anterior al celular que se jugaba de forma similar al Tetris, y vale, ése puedo entender que se descartase. Pero el estadio acuático que sucedía entre el celular y el de criatura y que, de hecho, ya se había mostrado en algún vídeo, era algo muy atractivo y habría aprovechado muchísimo más el mapa del planeta elegido (sobretodo teniendo en cuenta que sólo interactuamos con el agua para pescar en el estadio tribal y desplazar los barcos en el de civilización). Ni que decir tiene que íbamos a recibir un estadio medieval entre el tribal y el de civilización, y uno de terraformación entre este último y el espacial. Vamos, que, como es tradición en los juegos publicados por EA, se ha recortado una buena cantidad de contenido que jamás hemos llegado siquiera a oler. ¿Lo hacéis a propósito?

Administra bien esas ciudades. Las fábricas disminuyen la felicidad
de tu pueblo, especialmente si están conectadas a centros de ocio... 

Si tuviéramos que destacar algún aspecto de Spore, ése sería su genial expansión Spore: Aventuras Galácticas. Con ella, podremos acceder a nuevas opciones para crear planetas enteros a nuestra medida, posicionando además NPC's, misiones, enemigos, efectos especiales, sonidos, música... ¡Todo! Es el creador más completo que el juego nos puede ofrecer, y cada minucia que hayamos hecho en otros menús podrá ser aprovechada aquí. También podremos compartir las aventuras que vayamos creando con el resto del mundo y jugar las de otras mentes imaginativas. Además, el estadio espacial de nuestra campaña principal se ampliará, permitiéndonos llevar a cabo misiones más diversas creadas con las prestaciones de Spore: Aventuras Galácticas y equipar a nuestro piloto con objetos que le otorgarán nuevas habilidades sociales y de combate y que aumentarán sus estadísticas. Todo esto lo vuelve a acercar a ese estilo RPG del estadio de criatura, pero con opciones mucho más avanzadas.

Asimismo, existe un pack de expansión llamado Spore: Factoría de Criaturas, que pone a nuestra disposición partes nuevas para nuestras criaturas, incluyendo bocas, ojos, extremidades y patrones de piel. Este pack, además, es compatible con Spore: Creature Creator, la primera versión del juego que incluía únicamente el creador de criaturas. Sí, Electronic Arts vendiendo literalmente una demo. ¿De verdad os extraña?

Toda una galaxia de posibilidades se
revela ante ti. ¡Aprovéchala al máximo!

¿Conclusiones?

Spore está lejos de ser un imprescindible. Es un hecho que se ha recortado una cantidad considerable de contenido, pero es que aun con ello, nos brinda una libertad absoluta para hacer lo que queramos. Pocos juegos nos dejan soltar tantísimo las riendas de nuestra imaginación, y solo por eso, diría que vale la pena probarlo. Una lástima que una IP que podría haberse aprovechado mucho mejor no haya podido ver nacer una secuela digna antes de la muerte de Maxis. Y sí, ha existido algún spin-off como Darkspore o Spore Hero, pero entre que el primero se quedó muy por debajo de lo que se esperaba y que el segundo fue un exclusivo de Wii que permaneció en la sombra... Es mejor recordar esta efímera saga por el primero de todos. 

Gráficos
No son de aúpa, y de hecho tampoco son gran cosa para el tipo de juego que es. Y por eso mismo, no nos explicamos por qué motivo caparon los fotogramas por segundo.

Sonido
La música ambiental será combustible para el cerebro durante las muchas horas que pasemos creando, incluso al colocar algunas partes sobre el "molde", sonarán notas sueltas.

Jugabilidad
¿Variada? Sí. ¿Pulida? No mucho, aunque tampoco lo pedíamos a gritos. Es una pena que se hayan eliminado unos cuantos estadios, pero la excelente expansión compensa esa carencia (en parte).

Duración
No se tarda en llegar al estadio espacial, pero éste es larguísimo, y el hecho de poder crear y compartir todo lo que hagas (más las aventuras de la expansión) alarga indefinidamente el juego.

Lo mejor
· Uno de los juegos más creativos y estimulantes para nuestra imaginación.
· Bello apartado sonoro.
· Una increíble expansión que ofrece aún más posibilidades de las que ya disponíamos.

Lo peor
· La ausencia de algunos estadios que habrían quedado muy bien.
· Problemas de conexión por razones realmente absurdas (cuando las hay).
· Su estúpido sistema para prevenir la reventa.

Nota final
7