Mi historia con este título se remonta a muchísimo tiempo atrás. No puedo hablaros del que considero el mejor RPG japonés de su generación sin poneros al día: al nacer a mediados de los noventa, y a pesar de poseer alguna consola clásica heredada de mi familia (como la Mega Drive de SEGA o, lo creáis o no, la CD-i de Philips), mi entrada en el territorio de Sony fue de la mano de la flamante PlayStation 2. Aun así, gracias a su retrocompatibilidad, pude disfrutar de todo lo que trajo consigo la PlayStation original: Tombi!, Crash Team Racing, Spyro the Dragon... Son los primeros que me vienen a la mente cuando empiezo a hablar de la reina de la quinta generación. En aquellos años, yo todavía no me había metido de lleno en el mundo de los juegos de rol, mi inmadura mente interpretaba la idea de un videojuego como un personaje simpático y colorido pegando saltos por doquier y deshaciéndose de sus oponentes con escasos pero efectivos recursos. Fue entonces cuando mis primos, jugadores desde hace tanto como yo, me dieron a conocer esta saga... Pese a que me pregunté qué había pasado con los ocho títulos anteriores, decidí darle una oportunidad, y aunque desconocía este hecho, la ausencia de continuidad en las entregas principales de Final Fantasy jugó muy a mi favor. Así que inserté el disco, pulsé el botón equis y, al cabo de unos segundos... aquella preciosa melodía con vientos comenzó a sonar:
Fue una sensación extraña para mí... Hasta aquel entonces, todos los videojuegos me abrían sus puertas con una alegre canción. ¿Cómo olvidar la enérgica introducción de Sonic the Hedgehog, la carismática melodía de Crash Bandicoot 3: Warped o el sublime saxofón de Croc: Legend of the Gobbos? En cambio, Nobuo Uematsu decidió que la mejor forma de darme la bienvenida al vasto mundo de Final Fantasy era con una sencilla pieza musical compuesta únicamente por suaves instrumentos de viento. Aquello ya suponía que me hallaba ante algo que difería enormemente de todo cuanto había jugado hasta ese momento... ¿Me atrevería a salir de mi zona de confort para descubrir el universo que se desplegaba ante mí? No puedo decir que estuviera cien por cien preparado, pero aun así, me aventuré hacia lo desconocido. Nada más elegir la opción de nueva partida, hubo un fundido en negro y, seguidamente, esta escena apareció:
Hiroshi Kubawara entraba al terreno de juego, hipnotizándome con una cinemática sin par. Jamás pensé que vería imágenes de tamaña calidad en una PlayStation, y, a pesar de que era consciente de que los gráficos "in-game" no serían ni la mitad de impresionantes, Akira Fujii se encargó de que estos últimos también consiguieran sorprenderme. Tomé el control de un joven vestido de azul, con cabello rubio y una distintiva cola animal del mismo color. Pasé unos segundos deambulando por el oscuro espacio en el que me ubicaba, hasta que un letrero me indicó que debía encender las velas que reposaban sobre la mesa del centro. Era el momento de elegir un nombre para el protagonista. ¿Nombre? Jamás me había topado con esta opción antes... Todos los personajes a quienes encarné en el pasado habían sido bautizados por sus respectivos creadores. Me pilló totalmente desprevenido, razón por la cual empleé la opción por defecto que me ofrecía Squaresoft. Así, el ladrón con el que aprendí a encender velas se llamaría Yitán.
Tras una breve escena de diálogo entre ese tal Yitán y sus compañeros, un fornido espadachín enmascarado irrumpe en la sala y da comienzo la primera batalla. Una intensa música, la cual no tardaría en quedar grabada a fuego en mi mente, acompaña el evento...
Emocionante, inspiradora, repleta de detalles e instrumentos. "Si va a sonar esto cada vez que me enfrente a alguien, voy a querer pasar muchas horas peleando", pensé. Y hablando de pelear... Me extrañé muchísimo al darme cuenta de que no podía controlar directamente al chico de la cola. En su lugar, un pequeño menú se desplegó en la esquina inferior izquierda de la pantalla, con varias opciones: "Atacar", "Robar" y "Objetos", al tiempo que, a la derecha, se indicaba, representada con números, la salud de cada personaje y, con un sombreado amarillo, aquel al que debía dar órdenes en ese turno. "De modo que estos guerreros seguirán las órdenes que yo les dé", deduje... Bueno, en eso consiste un videojuego, ya lo había hecho muchas veces antes, pero esta forma, llamémosla "indirecta", de controlarlos por medio de comandos y turnos, fue lo nunca visto para un chiquillo recién iniciado en los juegos de rol.
Probé la opción de robar. Imaginé que el atacante en cuestión trataría de arrebatar dinero al enmascarado, o incluso el gran sable que portaba. En su lugar, un letrero me indicó que había hurtado algo denominado Matamagos. "¡Hala, acabo de comenzar y ya tengo una cosa que me permite matar poderosos magos!", exclamé. Inocente de mí, que no sabía que se trataba de una sencilla arma para Yitán, aprovechable únicamente durante los primeros compases de su odisea.
No había acabado de salir de una sucesión de asombros cuando, tras varias jugadas ofensivas, el combate finalizó. El enmascarado era Bakú, jefe de los cuatro ladrones a quienes había comandado hacia la victoria. Tras el duelo, entraron en el camarote a la derecha y repasaron su misión. Cada uno explicó su papel y, al llegar el turno de Yitán, se me brindó la primera opción de diálogo. ¿Y qué hago ahora? No estaba presente antes de que se elaborase el plan, ¿qué debía responder? ¿Raptar a la reina Brahne, o a la princesa Garnet? En cualquier situación, habría escogido la primera opción, pero en este caso concreto, mi experiencia en otros juegos como Super Mario Bros. me hizo deducir que las princesas eran el objetivo de secuestros por excelencia. Por parte de los malos, quiero decir... ¿Acaso no se controla a los buenos en los videojuegos, a los héroes que han de salvar el reino y, en ocasiones, el mundo entero? ¿Tan joven y ya empieza a asomar en tu cabeza un dilema moral? ¿Qué rayos te está pasando? En cualquier caso, me decanté por la segunda opción: raptar a la princesa Garnet. Al parecer, acerté, pero... ¿Y si hubiera dicho lo contrario? En aquel entonces, con un internet que aún tenía dientes de leche, no era tan fácil saber qué conllevaba equivocarse en la contestación. Tendría que preguntar a alguien o descubrirlo por mi cuenta; al fin y al cabo, no había hecho más que comenzar. No tenía nada que perder... salvo la Matamagos.
Acto seguido, otra cinemática: un extraño personaje, con cuerpo de niño, rostro completamente oscuro, grandes ojos amarillos y característico sombrero puntiagudo, protagoniza la escena. El barco volador en el que viaja Yitán capta su atención y la orquesta de fondo comienza a dar lo mejor de sí. Es entonces cuando se recoge un plano del castillo y la ciudad de Alexandria. Seguidamente, un enorme texto ocupa gran parte de la pantalla: el título del juego. Sin lugar a dudas, me hallaba ante la mejor introducción que había presenciado hasta el momento. Lo que acababa de ver, de vivir, permanecería en mi corazón para siempre.
La editorial Héroes de Papel está a pocos días de traer a toda la comunidad hispanohablante el próximo libro de la serie La Leyenda Final Fantasy, enfocado en la novena entrega. No creo que haya mejor momento para rememorar todo lo que nos hizo sentir a muchos el último lanzamiento de Square en la vieja PlayStation. Sin más, entremos en materia...
Revisitemos Final Fantasy IX... El juego de mi vida.
Hay un detalle que considero muy importante en esta situación: resulta muy complicado hablar de mi videojuego favorito de manera objetiva; dejando a un lado el factor nostalgia, una obra que tuvo tantísimo impacto sobre mi persona y que me sumergió de manera tan sublime en un género que aún no había explorado, por mucha precaución que tenga, no puede ser analizada como el resto de títulos. Por este motivo, aunque trataré de mantener la máxima imparcialidad posible, os pido que tengáis muy en cuenta este aspecto. Dicho esto...
Final Fantasy IX fue el último lanzamiento de la franquicia en PlayStation (sin contar recopilaciones), completando la correspondiente trilogía de su consola junto al icónico Final Fantasy VII y el innovador Final Fantasy VIII. Mientras que sus antecesores mostraban un aspecto más maduro y de ciencia-ficción, las intenciones de Squaresoft con la novena llegada del fenómeno Final Fantasy eran muy diferentes: este juego suponía un regreso a las raíces de la saga, recuperar la fantasía medieval y el tono caricaturesco de antaño, razas y criaturas como los magos negros y los moguris, las clases de siempre y un equipo de cuatro miembros en combate. Tanto en la ambientación como en las mecánicas, sin dudas, cumplieron su cometido y lograron un Final Fantasy digno de las viejas glorias de Square, además, aprovechando todo el aprendizaje adquirido en trece años combinado con la potencia del buque insignia de Sony.
Éste fue un título que, para bien y para mal, cargó con un estandarte muy preciado: el legado de más de una década de increíbles juegos de rol. Sin embargo, en Europa, sólo sabíamos de la existencia de las dos entregas anteriores, y muchos jugadores, acostumbrados a entornos y personajes más futuristas, no se hallaron muy convencidos ante el noveno lanzamiento, claramente orientado al medievo y la magia. Por no hablar de que la franquicia había dejado el listón muy alto, especialmente desde el brillante Final Fantasy VI de Super Nintendo (conocido como Final Fantasy III en América).
Como he resaltado, los gráficos son brillantes, posiblemente los mejores vistos en la consola. Aparte de una dirección artística que, ni decepciona, ni sabe cómo decepcionar, la combinación de modelos con paisajes pre-renderizados en 2D, técnica que ya funcionaba en capítulos anteriores, ha sido llevada a otro nivel, con un mimo al detalle que no se había admirado hasta el momento. Además, el cambio de diseño a lo "super deformed" le ha sentado de maravilla para refrescar la marca a la vez que nos transporta a una época pasada. En este aspecto, diría que es el Final Fantasy más adelantado a su tiempo junto a Final Fantasy XII.
Todo esto, claro está, acompañado de un apartado sonoro insuperable. Éste fue el último juego de la saga cuya banda sonora fue completamente compuesta por Nobuo Uematsu, y está fácilmente a la altura de la imbatible música de Final Fantasy VII, con temas más enfocados en la armonía y tranquilidad, pero igualmente memorables como "Roses of May" o "Melodies of Life", así como irrepetibles composiciones como "Vamo' Allá Flamenco" y "Not Alone". Absolutamente cada nota está perfectamente colocada para crear una melodía que difícilmente saldrá de nuestra cabeza, hasta el tema de batalla es un homenaje a los de las eras de ocho y dieciséis bits, con esos potentes acordes iniciales. El único defecto que podría sacarse al respecto, y no muy significante, es que, si juegas la versión europea, como pasa con prácticamente todos los títulos de dicha versión, la velocidad del juego es ligeramente menor; esto ocasiona que, por ejemplo, en la escena donde la compañía Tantalus interpreta una obra de teatro, la parte en que la música entra en el momento donde comenzaría el combate suene unos segundos antes. Por fortuna, no es algo que arruine completamente la experiencia y puede pasarse por alto.
Para destacar uno de los aspectos más positivos de Final Fantasy IX, su historia tiene la virtud de sorprender a cualquier jugador/a. La primera impresión es la de un cuento de hadas clásico, con princesas, casanovas y criaturas mágicas. Esto fue lo que, seguramente, provocó el rechazo de más de un usuario que ya había jugado a entregas previas. Sin embargo, si te armas de paciencia y sigues indagando en la fascinante trama que te ofrecen Yitán y compañía, descubrirás que este juego sabe cuándo ha de hacerte reír y cuándo debe darte una bofetada bien fuerte en la cara. Temas como nuestro lugar en el mundo, la vida y la muerte, no son más que la punta de este titánico iceberg.
Probé la opción de robar. Imaginé que el atacante en cuestión trataría de arrebatar dinero al enmascarado, o incluso el gran sable que portaba. En su lugar, un letrero me indicó que había hurtado algo denominado Matamagos. "¡Hala, acabo de comenzar y ya tengo una cosa que me permite matar poderosos magos!", exclamé. Inocente de mí, que no sabía que se trataba de una sencilla arma para Yitán, aprovechable únicamente durante los primeros compases de su odisea.
No había acabado de salir de una sucesión de asombros cuando, tras varias jugadas ofensivas, el combate finalizó. El enmascarado era Bakú, jefe de los cuatro ladrones a quienes había comandado hacia la victoria. Tras el duelo, entraron en el camarote a la derecha y repasaron su misión. Cada uno explicó su papel y, al llegar el turno de Yitán, se me brindó la primera opción de diálogo. ¿Y qué hago ahora? No estaba presente antes de que se elaborase el plan, ¿qué debía responder? ¿Raptar a la reina Brahne, o a la princesa Garnet? En cualquier situación, habría escogido la primera opción, pero en este caso concreto, mi experiencia en otros juegos como Super Mario Bros. me hizo deducir que las princesas eran el objetivo de secuestros por excelencia. Por parte de los malos, quiero decir... ¿Acaso no se controla a los buenos en los videojuegos, a los héroes que han de salvar el reino y, en ocasiones, el mundo entero? ¿Tan joven y ya empieza a asomar en tu cabeza un dilema moral? ¿Qué rayos te está pasando? En cualquier caso, me decanté por la segunda opción: raptar a la princesa Garnet. Al parecer, acerté, pero... ¿Y si hubiera dicho lo contrario? En aquel entonces, con un internet que aún tenía dientes de leche, no era tan fácil saber qué conllevaba equivocarse en la contestación. Tendría que preguntar a alguien o descubrirlo por mi cuenta; al fin y al cabo, no había hecho más que comenzar. No tenía nada que perder... salvo la Matamagos.
La editorial Héroes de Papel está a pocos días de traer a toda la comunidad hispanohablante el próximo libro de la serie La Leyenda Final Fantasy, enfocado en la novena entrega. No creo que haya mejor momento para rememorar todo lo que nos hizo sentir a muchos el último lanzamiento de Square en la vieja PlayStation. Sin más, entremos en materia...
Revisitemos Final Fantasy IX... El juego de mi vida.
Hay un detalle que considero muy importante en esta situación: resulta muy complicado hablar de mi videojuego favorito de manera objetiva; dejando a un lado el factor nostalgia, una obra que tuvo tantísimo impacto sobre mi persona y que me sumergió de manera tan sublime en un género que aún no había explorado, por mucha precaución que tenga, no puede ser analizada como el resto de títulos. Por este motivo, aunque trataré de mantener la máxima imparcialidad posible, os pido que tengáis muy en cuenta este aspecto. Dicho esto...
Final Fantasy IX fue el último lanzamiento de la franquicia en PlayStation (sin contar recopilaciones), completando la correspondiente trilogía de su consola junto al icónico Final Fantasy VII y el innovador Final Fantasy VIII. Mientras que sus antecesores mostraban un aspecto más maduro y de ciencia-ficción, las intenciones de Squaresoft con la novena llegada del fenómeno Final Fantasy eran muy diferentes: este juego suponía un regreso a las raíces de la saga, recuperar la fantasía medieval y el tono caricaturesco de antaño, razas y criaturas como los magos negros y los moguris, las clases de siempre y un equipo de cuatro miembros en combate. Tanto en la ambientación como en las mecánicas, sin dudas, cumplieron su cometido y lograron un Final Fantasy digno de las viejas glorias de Square, además, aprovechando todo el aprendizaje adquirido en trece años combinado con la potencia del buque insignia de Sony.
Éste fue un título que, para bien y para mal, cargó con un estandarte muy preciado: el legado de más de una década de increíbles juegos de rol. Sin embargo, en Europa, sólo sabíamos de la existencia de las dos entregas anteriores, y muchos jugadores, acostumbrados a entornos y personajes más futuristas, no se hallaron muy convencidos ante el noveno lanzamiento, claramente orientado al medievo y la magia. Por no hablar de que la franquicia había dejado el listón muy alto, especialmente desde el brillante Final Fantasy VI de Super Nintendo (conocido como Final Fantasy III en América).
Entrañable, complejo, admirable... Adjetivos que pueden servir
tanto para el juego como para definir a sus geniales personajes.
Como he resaltado, los gráficos son brillantes, posiblemente los mejores vistos en la consola. Aparte de una dirección artística que, ni decepciona, ni sabe cómo decepcionar, la combinación de modelos con paisajes pre-renderizados en 2D, técnica que ya funcionaba en capítulos anteriores, ha sido llevada a otro nivel, con un mimo al detalle que no se había admirado hasta el momento. Además, el cambio de diseño a lo "super deformed" le ha sentado de maravilla para refrescar la marca a la vez que nos transporta a una época pasada. En este aspecto, diría que es el Final Fantasy más adelantado a su tiempo junto a Final Fantasy XII.
Todo esto, claro está, acompañado de un apartado sonoro insuperable. Éste fue el último juego de la saga cuya banda sonora fue completamente compuesta por Nobuo Uematsu, y está fácilmente a la altura de la imbatible música de Final Fantasy VII, con temas más enfocados en la armonía y tranquilidad, pero igualmente memorables como "Roses of May" o "Melodies of Life", así como irrepetibles composiciones como "Vamo' Allá Flamenco" y "Not Alone". Absolutamente cada nota está perfectamente colocada para crear una melodía que difícilmente saldrá de nuestra cabeza, hasta el tema de batalla es un homenaje a los de las eras de ocho y dieciséis bits, con esos potentes acordes iniciales. El único defecto que podría sacarse al respecto, y no muy significante, es que, si juegas la versión europea, como pasa con prácticamente todos los títulos de dicha versión, la velocidad del juego es ligeramente menor; esto ocasiona que, por ejemplo, en la escena donde la compañía Tantalus interpreta una obra de teatro, la parte en que la música entra en el momento donde comenzaría el combate suene unos segundos antes. Por fortuna, no es algo que arruine completamente la experiencia y puede pasarse por alto.
Para destacar uno de los aspectos más positivos de Final Fantasy IX, su historia tiene la virtud de sorprender a cualquier jugador/a. La primera impresión es la de un cuento de hadas clásico, con princesas, casanovas y criaturas mágicas. Esto fue lo que, seguramente, provocó el rechazo de más de un usuario que ya había jugado a entregas previas. Sin embargo, si te armas de paciencia y sigues indagando en la fascinante trama que te ofrecen Yitán y compañía, descubrirás que este juego sabe cuándo ha de hacerte reír y cuándo debe darte una bofetada bien fuerte en la cara. Temas como nuestro lugar en el mundo, la vida y la muerte, no son más que la punta de este titánico iceberg.
Hay un gran y precioso mundo que explorar, y no se puede realizar un
viaje épico sin ocho personajes que den la talla. ¡Vaya si la dan, vaya!
Junto con una cautivadora y emocionante historia, el mayor punto a favor de Final Fantasy IX son sus personajes principales. No sólo por su diseño y por volver a la clara división de profesiones de la franquicia, sino por el increíble arco evolutivo de cada uno. Aparte, con lo acostumbrados/as que la mayoría estaban a la seriedad de Cloud y Squall, tener a este ladronzuelo como protagonista es todo un soplo de aire fresco. Evitando arruinaros la sorpresa en gran medida a quienes aún no hayáis entrado en Gaia, pasaré a haceros un resumen rápido de los ocho fantásticos:
Yitán Tribal
El protagonista de Final Fantasy IX es un ladrón, miembro de la compañía Tantalus, con una peculiar cola similar a la de un felino. Suele estar de buen humor y adora la compañía de las mujeres. Posee buenas cualidades como actor y presume de ser todo un donjuán en Lindblum, su hogar, pero al mismo tiempo tiene un gran sentido de la justicia. Afable y abierto con todo el mundo, defiende la idea de que no se necesita un motivo para ayudar a alguien. En combate, destaca por su agilidad, capacidad para robar y manejo de las dagas, además de las armas de doble filo.
Garnet von Alexandros
La heredera al trono de Alexandria, cansada de su vida como princesa, decide prestarse e incluso pedir su secuestro a Tantalus cuando la banda accede al castillo. Tras huir, comienza a utilizar Daga como apodo y, con la ayuda de Yitán, a pasar desapercibida entre el populacho aprendiendo una forma de hablar más coloquial. Durante su búsqueda de mayor independencia y libertad, Daga se exige mucho a sí misma y siempre está dispuesta a dar lo mejor de su ser, cosa que se nota en sus dotes como invocadora, aunque también sabe valerse de la magia curativa y de protección.
Vivi Ornitier
Posiblemente, el personaje con el mayor arco evolutivo, y con el que más fácil nos resultará empatizar. Este pequeño mago negro tiene un corazón puro y un alma bondadosa, pero es tremendamente inocente e inseguro, lo que provoca que se aprovechen de él con frecuencia. Con Yitán actuando como hermano mayor, Vivi empieza a confiar más en sí mismo y a actuar sin dudarlo frente al peligro, especialmente desde que su camino se cruza con el de sus semejantes. En la batalla, aunque frágil, resulta ser uno de los mejores atacantes gracias a su variedad de hechizos ofensivos.
Adalbert Steiner
Comandante del Batallón Pluto y guardaespaldas de la princesa Garnet, Steiner es un recio caballero al servicio de la reina de Alexandria. Aunque terco y algo temperamental, se toma su trabajo muy en serio, lo cual no impide que, en más de una ocasión, se plantee si debe acatar órdenes cuando éstas atentan contra la ética o los derechos de la humanidad. Su aspecto poco amigable esconde una personalidad gentil y servicial, y resulta un pilar importante para el grupo debido a su gran resistencia, su tremenda fuerza y la posibilidad de imbuir su filo en la magia negra de Vivi.
Freija Crescent
Los habitantes de Burmecia son una raza de humanoides con rasgos propios de los dragones. Freija, perteneciente a dicha raza, es una vieja conocida de Yitán. Solitaria y no muy habladora, guarda un gran pesar en su corazón, aunque no le gusta hablar de ello, ni siquiera con la gente en quien más confía. Es fuerte y serena, y acepta las situaciones más amargas con una fortaleza de la que muy pocos pueden jactarse. Todo ello la ha convertido en una formidable dragontina, versátil y diestra con el manejo de lanzas y magias de apoyo.
Quina Quen
Esta extravagante criatura habita en el pantano de los Qu, seres con aspecto de sapo que sienten un profundo amor por la cocina. Con el objetivo de descubrir nuevos sabores, se uno al equipo de Yitán. Fijo que nadie contaba con que sus hábitos alimenticios y actitud impulsiva podrían meter en más de un lío a ella o a los demás... Aunque lo habitual es referirse a Quina como una mujer, realmente su sexo es un misterio para todos. Armada con un enorme tenedor, la cocinera emplea sus artes de maga azul para engullir a los enemigos debilitados y aprender sus habilidades permanentemente.
Eiko Carol
Al haber pasado gran parte de su vida únicamente bajo el amparo de los moguris, Eiko no es muy abierta a la compañía de los demás. Sin embargo, al conocer al grupo, trata de camelarse a Yitán a toda costa (pese a la diferencia de años más que evidente entre los dos) y termina haciendo buenas migas con Garnet. Es orgullosa, muy valiente para su edad, y alberga un inmenso poder en su pequeño cuerpo. De cara al combate, es un apoyo crucial para sus aliados, pues combina unas buenas competencias de invocación con la imprescindible asistencia que presta como maga blanca.
Amarant Coral
Es probable que no tengamos mucho tiempo para conocer a este fornido pelirrojo, pues se une al grupo (a regañadientes) casi al final de la aventura. Aun así, hay que destacar su pasado violento y su rencor hacia Yitán por un robo que llevó a cabo en Treno durante su turno como guardia. Es egoísta y bastante antipático, rechazando en un principio la idea de acompañar al resto del equipo. Sólo el tiempo y las acciones de los demás lo harán darse cuenta de que el rumbo que estaba tomando no era el mejor. Amarant se vale de sus técnicas de monje para atacar y defender por partes iguales.
¡Optimiza tu equipamiento y prepárate para la batalla! A fin de
cuentas, esto es Final Fantasy y hay que combatir muchísimo.
Si ya habíais jugado antes a Final Fantasy, seguramente sepáis de qué va la cosa, y si éste es tu caso y vives en Europa, lo más probable es que tu primer contacto con la franquicia fuese por medio de Final Fantasy VII. Sin embargo, si alguna vez tuviste en tu poder una Super Nintendo americana y un cartucho con el nombre de Final Fantasy III (siendo en realidad la sexta entrega, como dijimos anteriormente), verás que varios conceptos de Final Fantasy IX son reminiscentes del último lanzamiento para el cerebro de la bestia.
El primer cambio notable es que se vuelve al equipo de cuatro miembros, frente a los tres de Final Fantasy VII y Final Fantasy VIII. Esto nos da un margen mayor para experimentar con nuestras formaciones, pudiendo hacer un equipo completo de atacantes con Yitán, Steiner, Freija y Vivi, o uno más defensivo con Eiko y Garnet prestando su apoyo. Esto no lo hace necesariamente más fácil en comparación con los títulos anteriores, ya que un cuarto miembro significa tener que preocuparte de sanar y proteger a alguien más cuando se precise.
Asimismo, se implementa el sistema de Trance, que sustituye al famoso Límite. A medida que se lucha, si un personaje recibe suficientes golpes enemigos, entrará temporalmente en Trance, cambiando su aspecto y obteniendo nuevas facultades. Así, Yitán gana acceso a sus técnicas Ultra, extremadamente destructivas; Vivi, por su parte, puede ejecutar dos magias negras en un solo turno; Quina será capaz de comerse a oponentes por debajo del 50% de salud... Es importante aprovechar estas circunstancias, ya que, al contrario que en Final Fantasy X, si la barra de Trance alcanza el máximo, el cambio se lleva a cabo automáticamente. Ah, y sobretodo, mucho cuidado con los enemigos que puedan causar el estado zombi a tus personajes, porque perderán toda la acumulación de Trance...
Otro dato interesante es el cómo éstos mejoran sus estadísticas. Al equiparse un objeto, cada vez que suban de nivel, dicho objeto hará que sus estadísticas aumenten más o menos. Al mismo tiempo, el equipamiento ayuda a desbloquear habilidades pasivas y activas, por medio de puntos de habilidad que se obtienen, por supuesto, luchando. Esto significa que debemos controlar dos situaciones: aquellas en las que queramos optimizar a nuestros protagonistas con el mejor equipo, y otras en las que busquemos sumar poca experiencia pero muchos puntos de habilidad para desbloquear los mejores hechizos y trucos.
Las armas no cambian las estadísticas de los personajes más allá del
daño físico causado, así que suponen un quebradero de cabeza menos.
Fuera de las batallas, hay detalles interesantes como las secuencias en tiempo actual, las cuales nos muestran lo que hacen otros miembros del grupo cuando no nos acompañan. Por ejemplo, durante nuestra primera visita a Lindblum, controlaremos únicamente a Yitán, pero podremos ver cómo Vivi pasa por una tienda o a Steiner degustando unos encurtidos en la plaza del distrito comercial.
Por último, aunque no menos importante, se incluye un minijuego muy entretenido: el Tetra Master. Sí, aquí también hay cartas coleccionables, y podremos darles utilidad en el tablero de un juego muy sencillo. La imagen inferior habla por sí sola: hay que cambiar el color de las cartas rojas a azules, valiéndonos de las flechas en las ocho posibles direcciones de nuestras cartas. Si una carta toca un punto vacío de otra, la cambiará de color, y si se enfrenta a otra flecha, habrá un confrontamiento y la carta que quede con más puntos de salud será la que pase su color a la otra... ¡Provocando una onda expansiva que cambiará también las cartas conectadas! El premio por ganar es quedarte una de las cartas del rival que convertiste a tu color. Si todo el tablero queda de color azul, ¡te llevarás su baraja completa! La gracia del Tetra Master es que, incluso con las cartas más "patateras", podrás humillar al oponente si sabes jugarlas. Y más vale que practiques, porque llegado un punto de la historia, tendrás que apuntarte a un torneo...
No es el único minijuego, claro está. También podremos cazar ranas con Quina en los pantanos de los Qu, escarbar con nuestra montura Choco en el bosque de los chocobos (para obtener chocografías que nos den pistas sobre lugares donde hay enterrados tesoros) y saltar a la comba. Pero preferiría no hablar de ese último...
Muchos ciudadanos estarán encantados de echar una partida contigo.
Elige a tus oponentes en función de tus cartas y tu destreza con ellas.
¿Conclusiones?
En Final Fantasy IX, se han cuidado muy bien los detalles. Aparte de las ya mencionadas secuencias, el hecho de que los encuentros aleatorios tengan una explicación más allá del "aparecen porque sí" o de ser una mecánica recurrente en los RPG japoneses, o que puedas interactuar con los moguris que, aparte de servir como puntos de guardado, te piden favores y dan acceso a otros servicios, sintiéndose parte de Gaia (que, a fin de cuentas, lo son)... Todo ello hace que el universo en el que se desarrolla este juego sea mucho más coherente, y el magnífico trabajo que se ha hecho con la traducción no hace sino mejorar todo esto. Square aprendió mucho desde Final Fantasy VII y sus célebres catástrofes como "allévoy", ya en Final Fantasy VIII demostraron que eran capaces de traducir un juego al castellano de forma muy sólida, y en Final Fantasy IX han subido el estándar de calidad todavía más, variando la jerga de algunos personajes y añadiendo la famosa coletilla de "pífate" y "páfate" a los bufones del castillo de Alexandria (sí, es algo exclusivo de la versión española).
Para no extenderme mucho más... Sí, Final Fantasy IX significa muchas cosas para mí. Fue el juego que inició mi amor tanto al género como al medio, fue el juego que me hizo analizar las bandas sonoras y disfrutarlas como nunca antes había hecho, fue el juego que engendró sentimientos dispares en mí más allá de la pura diversión y la emoción del combate, fue el juego que llegó a hacerme empatizar con Garnet, Freija... y especialmente con Vivi, el personaje ficticio con quien más identificado me siento. Podría seguir hablando sin parar de la obra maestra intemporal de PlayStation, y todo sería positivo. Así que, como conclusión: Final Fantasy IX es uno de los juegos de rol japoneses más importantes jamás creados. Un épico inicio, emocionantes giros argumentales, personajes fascinantes y un desenlace perfecto. Gracias, Square, por darme un lugar al que llamar hogar.
Gráficos
Llevando a la humilde consola de Sony casi al límite, los preciosos escenarios dibujados a mano y los detallados modelos tridimensionales hacen una combinación que rebosa personalidad.
Sonido
Junto con Final Fantasy VII, podríamos hallarnos ante la mayor proeza de Nobuo Uematsu. ¡Y eso es decir mucho! ¿Alguien ponía en duda el talento de uno de nuestros compositores favoritos?
Jugabilidad
Recobramos muchos conceptos de Final Fantasy VI, con un drástico giro en el caso del Trance y las secuencias en tiempo actual. A esto añadimos un puñado de minijuegos y hasta modo cooperativo.
Duración
Incluso si vas a saco, te llevará muchísimo tiempo completarlo. ¿Sabes que la Excalibur II sólo se consigue llegando a una de las últimas zonas en menos de doce horas? ¡De locos!
Lo mejor
· Una historia increíble aderezada con personajes a la altura.
· Gráficos y música absolutamente prodigiosos para una PlayStation.
· Su enorme cantidad de contenido y secretos. No se echa en falta casi nada de los anteriores.
Lo peor
· Como pasa con casi todos los juegos de PlayStation en formato PAL, todo se mueve más lento.
· Muchos lugares son inaccesibles tras pasar ciertos eventos y puedes dejarte cositas chulas en ellos.
· El minijuego de la comba... El. Maldito. Minijuego. De. La. Comba. ¡¿A quién se le ocurrió?!
Nota final
10
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