viernes, 26 de enero de 2018

Análisis - God of War (PlayStation 2)

Que la PlayStation 2 es una consola que ha marcado innumerables vidas de jugadores por méritos propios es algo que todos sabemos. Su descomunal catálogo, retrocompatibilidad, increíbles exclusivos y capacidad para reproducir películas en DVD la convirtieron en la consola más vendida de la historia. En 2005, a un año de que su sucesora viera la luz, marcas como Devil May CryRatchet & Clank y Sly Cooper ya llevaban un tiempo dando lo mejor de sí. ¡Pero el plato fuerte aún estaba por llegar! Con bestias como Shadow of the Colossus, Kingdom Hearts II y Final Fantasy XII de camino, el estudio de Santa Monica acudió a la fragua del Olimpo y forjó un hack n' slash titánico. Así, nació un nuevo icono para Sony, de nacionalidad espartana, fuerza hercúlea y carácter vengativo.



¿Qué podía ofrecernos Kratos en su gran debut?

¿Aparte de acción, espectáculo e incontables litros de sangre? Os diré... Ya hemos hablado del género hack n' slash en otros artículos, pero para que os hagáis una idea general, son juegos en los que nos enfrentamos a varios enemigos en encarnizadas batallas valiéndonos de amplios y veloces combos. Ahora, añadamos a esta fórmula un poco de mitología, que siempre ha sido un lienzo excelente sobre el que pintar épicas historias en forma de videojuego. Concretamente, fueron los mitos griegos los que iluminaron la bombilla de Santa Monica a la hora de concebir God of War. La idea era crear un campeón al servicio de los dioses, poderoso, ágil y perspicaz. Hasta ahora suena como el típico héroe de turno, ¿verdad? Por eso mismo, el estudio quería ofrecernos un héroe que, en más de una ocasión, dudosamente pudiera llamarse así. Su objetivo era convertir a Kratos en un guerrero violento, rencoroso y carente del más mínimo respeto por la vida de aquellos que no le importan.

Desde luego, dista mucho de ser el arquetipo heroico al que estamos acostumbrados. Su definición, más bien, encajaría con la de la figura del antihéroe, personaje que, si bien no es un antagonista, prescinde de la moral que caracteriza al héroe. God of War nos ofrece, así, a un protagonista furioso, desolado por la pérdida de su familia, a la que él mismo asesinó a causa de un engaño por parte de Ares, dios de la guerra. Tras diez años sirviendo a los dioses del Olimpo, su mentora Atenea le encomienda una última y difícil misión: viajar a Atenas, ciudad que estaba siendo asediada por su hermano Ares en aquellos instantes, y poner fin a la vida de la sanguinaria deidad, ya que Zeus había prohibido expresamente a los dioses que lucharan entre sí. Si vencía, los olímpicos perdonarían los viles actos que el espartano cometió en su pasado y, de paso, éste vería cumplida su venganza.

Desde la gigantesca Hidra hasta la malévola Medusa. No faltarán
criaturas de los mitos más famosos que la antigua Grecia nos dejó.

Con esta premisa, más todo lo que viene a continuación, nos hallamos ante uno de los títulos más redondos de su género, y uno de los mejores de su propia saga. En lo que respecta a gráficos, asombra desde el primer segundo a los mandos: el diseño de Kratos, escogido de entre los muchos que se pusieron sobre la mesa, define a la perfección al tipo de guerrero que nos acompañará durante todo el viaje por tierras griegas, y no es el único que nos ha parecido más que complaciente, pues los enemigos también han sabido destacar en esta faceta. Con una mitología tan repleta de criaturas fantásticas, el estudio ha dado un giro de tuerca a las mismas para hacer que se vean sutilmente más salvajes y amenazadoras, destacando especialmente a los minotauros y los cíclopes. Y si nos ponemos a hablar de los escenarios... Ambrosía pura para nuestras retinas. La ambientación de God of War es algo a lo que no estábamos tan acostumbrados en aquellos años, y vaya si se notaba, pues a poco nos quedamos de ir a por una fregona para recoger las babas del suelo.

Ni que decir tiene que su banda sonora hace justicia a tamaña calidad visual, llegando a erizarnos la piel sin que nos demos cuenta en los enfrentamientos más intensos con esos metales y percusiones dándolo todo para hacer la inmersión aún mayor. Como es costumbre en los estudios de Sony, God of War llegó doblado al castellano, aunque, todo hay que decirlo, era algo mejorable, sobretodo tras las cotas de calidad que alcanzaron Metal Gear Solid y Jak and Daxter: El Legado de los Precursores en este apartado, y eso fue varios años antes... No fue hasta God of War III que se nos permitiría cambiar el audio de las voces, y para entonces el doblaje de nuestro país resultó ser muchísimo mejor que lo que recibimos en 2005.

Aunque habrá momentos para estrujarnos los sesos con un buen puñado de
puzles, lo que de verdad caracteriza a God of War son sus cruentos combates.


La jugabilidad, apartado más importante en este tipo de juegos, ha envejecido que da gusto. Podemos realizar combos muy variados con tan solo dos botones, y las armas principales de Kratos, las Espadas del Caos, gozan de una versatilidad y vistosidad únicas, al tratarse de cuchillas que el espartano puede arrojar y oscilar mediante unas cadenas pegadas a su carne. Es un auténtico espectáculo presenciar su estilo de combate con giros y amplios cortes en todas las direcciones, ya no digamos lo bien que sienta ser el/la responsable de que dicho espectáculo se lleve a cabo. A esto, se añade un sistema de experiencia en forma de orbes rojos que sirven para mejorar nuestro equipo, el cual se va obteniendo a medida que se avanza en la historia. Mejorar las Espadas del Caos aumenta su daño y los posibles combos, pero también dispondremos de otros objetos y magias como los relámpagos de Zeus o la cabeza de Medusa, capaz de petrificar con su mirada. Previamente, tendremos que arrancar la cabeza a la reina de las gorgonas, lo cual nos lleva al siguiente punto...

El nivel de violencia es extremo, como se da a entender desde que aparece el primer grupo de no muertos al que enfrentarnos. Como Kratos, podemos cercenar, destrozar y destripar a todo el que se cruce en nuestro camino mediante el uso de combos, agarres y varios eventos quick-time. Cabe destacar que estos eventos no se estilaban tanto en aquellos años, y aunque no se atribuye su invención a God of War, se puede decir que sí influyó en que se volviera una práctica más recurrente en generaciones posteriores.

La acción, como tal, va acompañada de una necesidad constante de que todo sea lo más épico posible. No digo esto como algo malo, de hecho, es la esencia de la saga. Sin ir más lejos, nuestro primer enfrentamiento contra un jefe (el cual llega antes de lo que imaginamos) es la Hidra, un inmenso reptil marino al que el Fantasma de Esparta debe poner fin para cumplir con una de tantas tareas encomendadas por los dioses. Y es que momentos apoteósicos no van a faltar, ni mucho menos... Entrar en Atenas durante el asedio y ver en la distancia a un descomunal Ares de pelo llameante masacrar a un ejército como si de simples insectos se tratasen, o abrirnos camino hasta el incluso más grande titán Cronos, condenado a cargar el Templo de Pandora sobre su espalda. Son momentos que siguen resultando impactantes, incluso tras haberlos vivido unas cuantas veces.

Durante esta extensa odisea, Kratos recibirá el favor de los dioses.
Sí, también hay magias... ¡No falta de nada en esta obra olímpica!

Pese a ser un juego con muy pocas carencias, creo que es correcto decir que se le notan un par de errores en el argumento, el cual no es malo en absoluto. Cierto es que dichos errores tienen sentido (paradójicamente) si tenemos en cuenta el hecho de que God of War fue pensado como entrega única, con un principio y un final. Santa Monica no contaba con convertir este gran título en una franquicia a no ser que su éxito se tradujera en una buena cifra de ventas, y así fue. Por eso, no es de extrañar que los diseños de Zeus, Poseidón y Hades fuesen tan diferentes en God of War II, o que el ya mencionado dios del Inframundo entregue su poder a Kratos cuando, en God of War: Chains of Olympus (precuela para PSP que salió a la venta después de God of War II), éste había asesinado a su esposa Perséfone. La explicación más lógica para esto es que Zeus pudo convencer o coaccionar a su hermano para que prestara el poder divino al espartano, y que además, Hades independientemente haría lo mismo con Ares para equilibrar la balanza en su favor, pues podemos ver cómo en el combate final contra él utiliza la misma magia que nosotros. Ésta, como he dicho, sería la explicación más lógica, pero la más sencilla es que, simplemente, no tenían en mente ninguna secuela o precuela a la hora de desarrollar God of War.

A modo de premio, en la sección Tesoros del menú principal podremos acceder a contenido extra, como un muestreo de los modelos descartados de la versión final, vídeos desgranando cada detalle sobre el desarrollo y varias entrevistas con el equipo de Santa Monica. Son el tipo de contenido que mola tener dentro del propio juego. También, una vez completada la aventura principal, podremos ponernos a prueba en una serie de desafíos extremadamente difíciles que nos recompensarán con trajes de bonificación para una segunda partida y algún vídeo extra. Si conseguimos superarlos todos, lo cual es una hazaña de aúpa...

El Fantasma de Esparta ha llegado para quedarse. Como las cenizas
en su piel, el recuerdo de Kratos nunca se despegará de nuestro ser.

¿Conclusiones?

Con o sin el factor nostalgia, por primera o vigésimo quinta vez, merece mucho la pena jugar al primer God of War. Su ambientación, su increíble protagonista y sus semiperfectos controles hacen de él un título que no puede faltar en tu catálogo de PlayStation 2. Y digo "semiperfectos" porque God of War II superó a éste en todos los apartados, incluyendo la jugabilidad. Otro día os hablaré del que es, a título personal, el mejor videojuego de la saga. Mientras tanto, esperemos a ver qué nos trae el espartano con su regreso para esta generación narrado en un prometedor viaje a tierras nórdicas. Con la presencia de un antiguo y colérico dios de la guerra, el Ragnarok se siente más próximo que nunca...

Gráficos
Decir que son impactantes es quedarse cortos... Dirección artística, ambientación y animaciones se sincronizan para crear un espectáculo de proporciones colosales y el rojo como color predominante.

Sonido
El doblaje al español es... Bueno, regular. Pero tampoco vamos a exigir mucho más, puesto que se compensa con una banda sonora épica, más aún para su año de lanzamiento.

Jugabilidad
La faceta más destacada de God of War, y también la que mejor ha soportado el paso de los años. Gozaremos de violentos y divertidos combates, así como puzles exigentes.

Duración
Incluso para su género, es bastante largo. De hecho, podemos hablar de éste como uno de los juegos más extensos de la saga, junto a God of War: Ascension. Y puede que el más difícil...

Lo mejor
· El nacimiento de una importantísima figura para Sony y la industria en general.
· Su temática, la mitología griega, con desmedida violencia y escenarios asombrosos.
· Increíbles mecánicas que, aunque no revolucionarias, se ejecutaron a la perfección.

Lo peor
· Pese a que se entiende por qué es así, hay alguna incoherencia en el argumento.
· Doblaje al castellano que no pasa de ser correcto.
· Los desafíos opcionales son descabelladamente difíciles, incluso si eres diestro/a en estos juegos.

Nota final
8'5