jueves, 31 de mayo de 2018

Análisis - Age of Empires III (PC)

Dudo que haya alguna objeción si abrimos este análisis afirmando que Ensemble Studios fue una de las compañías más queridas entre los/as amantes del género RTS (estrategia en tiempo real), y no es para menos: junto con Blizzard, la compañía tejana fue responsable de la gran popularidad de este tipo de juegos a finales de los 90 y principios de los 2000. El legado de ambas compañías es recordado a día de hoy, pues dos sagas en especial vienen a la mente cuando hablamos de videojuegos de estrategia para PC: StarCraft y Age of Empires. El primer título de esta última, lanzado en 1997, supuso una revolución en el género, con una ambientación y banda sonora increíbles para su tiempo y una gran posibilidad de tácticas aplicables a un buen puñado de civilizaciones de la Edad Antigua. Sólo hubo que esperar un par de años para que el icónico Age of Empires II: The Age of Kings viera la luz de un glorioso amanecer para el futuro de su franquicia, añadiendo aún más funciones que su predecesor, una mejora gráfica importante, nuevas civilizaciones de la Edad Media y geniales modos de juego. Ya sólo quedaba una tercera entrega para concluir con una trilogía inolvidable (camino a tetralogía debido al anuncio de Age of Empires IV el año pasado), y durante la espera pudimos disfrutar del estupendo Age of Mythology, introduciendo gráficos en 3D y mejoras jugables que incluían ni más ni menos que unidades mitológicas de las culturas griega, egipcia y nórdica. Pero se presentaba un problema: Ensemble Studios había dejado el listón demasiado alto. Su buque insignia prácticamente había alcanzado la cúspide con la segunda entrega de Age of Empires, y de paso con el no tan conocido pero igualmente destacable Star Wars: Galactic Battlegrounds. A Age of Mythology se le puede perdonar algún pequeño fallo con respecto a los anteriores, ya que es un spin-off, pero las expectativas con la tercera parte de esta reputada saga estaban por las nubes. ¿Salió bien, salió mal...? Descubrámoslo...


¿A qué era nos transporta esta vez Ensemble Studios?

Si algo teníamos asumido con el lanzamiento de Age of Empires III es que iba a transcurrir en una época posterior a la era de castillos medievales de Age of Empires II: The Age of Kings. Ése habría sido el camino lógico a seguir, y así fue: el laureado RTS de 2005 se ambientó enteramente en el viaje al Nuevo Mundo, el período histórico en el que los grandes reinos e imperios europeos partieron rumbo a América para colonizarla. Algo aparentemente tan simple como el contexto se ha traducido en numerosos cambios de cara al gameplay, tanto para bien como para mal.

No es la primera vez que vemos a Ensemble Studios trabajando con un motor en 3D, pues se estrenó con el mítico Age of Mythology (valga la redundancia), y es aquí donde se nota la experiencia que adquirieron tras su primer trabajo tridimensional. Para ser un juego de 2005, Age of Empires III ha envejecido que da gusto, con un colorido y una ambientación absorbentes que reflejan la belleza de un continente desconocido. Sobra decir que la música acompaña a la perfección cada instante, aplicando el dinamismo visto (o mejor dicho, oído) en Age of Mythology y cambiando de pista en función de si estamos recolectando recursos tranquilamente o si tratamos de derribar el centro urbano enemigo con nuestras tropas. El doblaje también es algo mejor que en entregas anteriores, lo cual es de agradecer, ya que ésta nunca ha sido precisamente la mayor fortaleza de la saga.

Olvida los grandes imperios, aunque no del todo... Esta vez, tienes
el control de una colonia, más el apoyo de tu poderosa metrópoli.

Los cambios en esta tercera entrega han sido, no solo abundantes, también notorios. Esta vez, no tendremos que construir un imperio como antes; nuestro imperio en sí ya existe. En el modo de juego habitual de escaramuza, fundaremos una metrópoli que prestará su apoyo durante las partidas venideras, pero lo que realmente controlaremos será una colonia en una tierra lejana. A medida que jugamos, obtenemos puntos de experiencia que sirven para aumentar el nivel de la metrópoli y desarrollar sus árboles de tecnologías. Sí, esta vez la mayoría de tecnologías son personalizables, y pueden equiparse como si de una baraja de cartas se tratase antes de comenzar una partida. Cuanto más suba de nivel la metrópoli, más y mejores cartas podrá poseer. Los envíos al Nuevo Mundo en partida se realizan obteniendo experiencia al construir edificios, formar unidades y acabar con ambos del bando enemigo.

Junto con las cartas desbloqueables al subir de nivel, te ganarás el derecho a añadir elementos que embellezcan tu metrópoli, como farolas nuevas, músicos callejeros, mercadillos y hasta cambios de color para edificios. ¿Alguna vez te has preguntado cómo sería la Torre del Oro de Sevilla en blanca? Yo me pregunto por qué no se aplicó esta función tan chula a las civilizaciones de las dos expansiones...

Hay pocas civilizaciones si lo comparamos con Age of Empires II
pero éstas ofrecen jugabilidades muy, muy distintas unas de otras.

Por otro lado, se han recopilado características de cada entrega, incluyendo Age of Mythology, en un único título. El juego base ofrece ocho civilizaciones: británicos, españoles, franceses, otomanos, holandeses, alemanes, portugueses y rusos. La primera expansión, The War Chiefs, añadió tres civilizaciones americanas con mecánicas muy únicas: aztecas, iroqueses y sioux. Por último, la segunda expansión, The Asian Dynasties, puso su broche de oro con tres atractivas y excelentemente diseñadas civilizaciones asiáticas: indios, japoneses y chinos. Esto hace un total de catorce civilizaciones, algo menos que en Age of Empires II si contamos las incluidas en The Conquerors. En compensación, éstas son mucho más diferentes entre sí. Por ejemplo, los británicos consiguen un aldeano (aquí llamado colono) por cada casa que construyen, mientras que los de los otomanos son gratis y aparecen uno por uno al cabo del tiempo.

Se han automatizado y acomodado algunos procesos. Ya no es necesario construir almacenes de ningún tipo, sino que los colonos añaden recursos al contador simplemente talando, picando mineral o recolectando comida, de manera similar a los atlantes de Age of Mythology. De este juego también ha absorbido y mejorado conceptos como el de las granjas infinitas. Ahora, hasta diez aldeanos pueden trabajar en ellas y se dividen en dos: molinos y plantaciones, para alimento y oro respectivamente. Asimismo, de forma parecida a como ocurría al escoger dioses menores en el spin-off mitológico, aquí se elige a una figura importante cada vez que se avance de edad. Esta vez, eso sí, los cambios son menos notorios en el caso de las civilizaciones europeas, pues se limitan a cargamentos de recursos o unidades de regalo. Esto no es así en las civilizaciones americanas o asiáticas, que pueden traer consigo mejoras aplicables en el orden que creamos conveniente.

Llevar un rato jugando con una civilización europea y dar el salto a
una americana o asiática se nota mucho. ¡Toca habituarse otra vez!

Age of Empires III, curiosamente, me recuerda a Final Fantasy XV (bueno, más bien al revés) en el sentido de que cada expansión altera de forma drástica el estilo al que estábamos habituados. Y esto es bueno y malo al mismo tiempo. Las civilizaciones americanas ofrecen una forma de jugar a la que no estábamos acostumbrados/as antes; sin ir más lejos, los sioux no pueden construir murallas de ningún tipo, cambiando éstas por unos tipis que proporcionan defensa en área y disponiendo desde el minuto uno del máximo de población disponible. Las asiáticas brindan un abanico de unidades y construcciones descomunal, cambiando ciertas normas que eran comunes antes de The Asian Dynasties.

La parte buena es que, obviamente, se amplía la profundidad del gameplay y, con ello, la diversión que el juego ofrece. La mala es que las civilizaciones asiáticas son sumamente poderosas comparándolas con las europeas. Esto se ha nivelado ofreciendo a los europeos la posibilidad de crear una segunda fábrica, edificios que generan un recurso automáticamente, y aunque en parte equilibra la partida, las cotas de exigencia al controlar a una de estas naciones aumentan enormemente si nos enfrentamos a una asiática. Aunque por otro lado, estas últimas requieren bastante estudio a la hora de ser manejadas.

Queda hablar del modo campaña, el cual... Bueno, uno esperaría sumergirse de lleno en algunas batallas memorables de este periodo tan llamativo, pero mucho me temo que estos han decidido no salir de los libros de ciencias sociales. En su lugar tenemos una historia que, aunque lejos de ser mala, parece más bien sacada de una novela histórica repleta de personajes ficticios. Y esto es una lástima, ya que Age of Empires siempre ha invitado a recorrer algunos de los momentos más emblemáticos de la historia de la humanidad, tomándose libertades siempre en pro de la jugabilidad y la coherencia con el escenario y los equipos enfrentados. La ficción estaba bien en Age of Mythology dada su temática, pero aquí... En fin, para no irnos con mal sabor de boca, el editor de mapas es una delicia que nos permite crear auténtica belleza y, por supuesto, campañas personalizadas, por si no nos convencen las que hay por defecto. Ay, qué cómodo sería que la versión de Steam contara con una Workshop desde la que instalar fácilmente cada laboriosa proeza de su comunidad.

Age of Empires III sabe cómo ser accesible sin perder la esencia
que lo hace merecedor de su nombre. Un trabajo más que notable.

¿Conclusiones?

Podéis apedrearme si queréis, pero Age of Empires III es mi favorito de la saga. Sé que tiene mucho que ver el hecho de que fue, ya no solo mi primer juego de Ensemble Studios, sino de todo el género. También soy consciente de que se queda por debajo de Age of Empires II en incontables aspectos, pero sinceramente, espero con más ganas el remake de la tercera entrega que el de la segunda (evidentemente, aquí tiene que ver la existencia de una edición HD en Steam con una comunidad activa). Antes de proceder a darme sepultura en vida, concluyo diciendo que Age of Empires III, si bien no es el cierre que todos esperaban para una trilogía increíble de juegos de estrategia, sabe atrapar al público novato y veterano por partes iguales, ofreciendo un sistema rápido que, aunque contrasta con la mecánica de progresión de metrópoli, hace que queramos seguir jugando para desbloquear las tecnologías que nos permitirán crear la colonia perfecta.